domingo, 25 de octubre de 2009

EPÍLOGO

Han sido doce días inolvidables. En algún momento hemos pasado frío, ¡que no hubiera dado yo en las dos primeras etapas por disponer de unos buenos guantes!, pero me arregle escondiendo las manos dentro de las mangas de mi jersey polar.

En otros contaba los kilómetros que nos faltaban para terminar la etapa.

Las nieblas nos han acompañado durante largos tramos de Nuestro Camino

En otros momentos hemos pasado calor, como por ejemplo entrando en Melide y eso que estábamos en primavera.

Por despiste hemos hecho algún kilómetro de más.

Recuerdo la bajada, una vez pasada la Cruz de Hierro, desde Manjarín hacia Molinaseca, pasando por El Acebo, ¡qué rompe piernas, casi mil metros de desnivel! y qué camino, parecía un pedregal.
Hemos comido cocidos maragatos, caldos gallegos, unos padrones y unos pulpos con cachelos regados con un buen Albariño, que no se los saltaba un galgo.

Hemos estado en albergues privados, públicos, hostales y Casas Rurales, en todos hemos estado bien, a veces con una música celestial compuesta de ronquidos en todas sus variedades acompañando nuestro sueño, pero estábamos tan cansados, que eso sólo supuso una anécdota más.

Hemos encontrado hospitaleros agradables y serviciales como la chica de Fonfría que no dudó en traernos “el transistor del abuelo”. O la de Rabanal del Camino que no tuvo inconveniente en abrir otra habitación y dejarnos una de cuatro plazas para nosotros dos solos.


Hemos disfrutado de paisajes increíbles.
Las salidas por la mañana a través de la niebla, hacía si cabe, los paisajes más sorprendentes.

Hemos atravesado ríos y riachuelos, deambulado por aldeas casi solitarias, contemplado encantadoras iglesias., Los cruceiros y hórreos nos han acompañado por todo nuestro paso por Gálica, poblaciones como Astorga, Ponferrada y Santiago, nos han brindado las posibilidad de contemplar históricos monumentos.

Es verdad que hemos tenido algún pequeño percance, mi caída, las ampollas de mi marido y su rodilla que a nuestro paso por Ponferrada yo pensé que marcaba el final de nuestro Camino. Pero todo se solucionó y nada nos impidió continuar.

La llegada a Santiago, el mejor premio para nuestro esfuerzo.

Me preguntan que es lo que menos me ha gustado, pues visto con la ecuanimidad de la distancia, nada.


O tal vez el encontrar en lugares tan idílicos papeles tirados por el suelo, cajetillas de cigarros, pañuelos de papel…, eso realmente da pena, pero supongo que con el paso de tanta gente es inevitable.

Y… ¿qué es lo que más te ha gustado?, me dicen .

No lo dudo, los peregrinos. El espíritu de solidaridad, respeto a los demás, educación, alegría, cordialidad. Mirad lo que nos pasó un día. A los dos kilómetros de haberme caído nos encontramos con aquellos señores de Irún, si, aquellos con los que compartí lavadero en Fonfría, que al verme la cara (había que verme: párpado abierto, ojo hinchado y amoratado, mejilla con hematoma, mano, rodilla…) dijeron que así no podía seguir, le daban a mi marido las llaves del coche que tenían aparcado un par de kilómetros atrás, para que me llevará a Sarria al hospital, no sabéis lo que insistieron… y no nos conocían de nada.

Eso fue sólo una anécdota, el día a día con los peregrinos era distendido, abierto y cordial, nadie se entrometía, pero todo el mundo estaba dispuesto a echar una mano, compartir un rato comentando experiencias, ayudar en lo que fuese. En la época en que hemos hecho el Camino, la mayoría de los peregrinos eran extranjeros, el idioma no impedía la comunicación entre nosotros. Si, los peregrinos ha sido lo mejor.

Y por último me preguntan, ¿te gustaría repetir?. Tampoco lo dudo, si podemos seguiremos haciendo etapas, probablemente la próxima vez empezando en Roncesvalles.



Sueño con verme otra vez siguiendo las señales, como está que tras cruzar la carretera nos conducía hacia Portomarín.

Y es que he llegado a la conclusión de que el Camino es un reto, y poder culminarlo un premio.

Desde aquí os animo a poneros en marcha, a poder ser no en verano, creo que no os arrepentiréis.

No hace falta caminar demasiados kilómetros, ni fijarse finales de etapa inamovibles, cada cual a su paso, tomándose tiempo y disfrutándolo, no hace falta correr, el Camino siempre estará ahí esperándonos y como dice el proverbio chino:

“NO TEMAS SER LENTO, SÓLO TEME ESTAR PARADO"
y a todos los que os animéis os deseo:


2 comentarios:

  1. He estado esperando este blog desde hace tiempo, me hacía ilusión leer tus experiencias y a pesar de la caida, que parece que fue de ordago, ha sido una experiencia feliz.

    En estos días lo ha hecho un sobrino mio y hace cuatro años uno de mis hijos, lo hizo en bicicleta y mi hermano José Antonio, desgraciadamente fallecido de un infarto, lo hizo 7 veces. Yo no lo hecho nunca, salvo en coche, siguiendo, en la medida que se podía, el camino y realmente como ruta turistica es impresionante, pero sin la emocion de andarlo.

    Un abrazo

    ResponderEliminar
  2. Yo tambien esperaba el dia que pudiera ver el CAMINO. tengo tantas ganas de hacerlo, cuando no es una cosa es otra, este año quriamos ahcerlo, pero ya has visto, dios dispone y no es lo que nosotros proponemos.
    Espero que el año que viene pueda ahcerlo.
    Unas fotos preciosas Pilar. me he emocionado leyendo tu relato, esa caida, ese aapoyo de los peregrinos, esas cosas me emocionan y me hacen desear poder hacerlo.
    No dudo que lo cumplirey que Dios permita que lo haga acompañada de mi hermana.
    bsss desde Almeria, he llegado.

    ResponderEliminar